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viernes, 12 de enero de 2007
Un poema
En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada,
¡ oh dichosa ventura !,
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada ;
a escuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
¡ oh dichosa ventura !,
a escuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada ;
en la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guiaba
más cierto que la luz de mediodía
a donde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡ Oh noche que guiaste !,
¡ oh noche amable más que la alborada !
¡ oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada !
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire del almena
cuando yo sus cabellos esparcía,
son su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro récliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.
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