La música es el idioma de Dios. Las vibraciones en el aire son su aliento.
Este par de aforismos los esuché en la última película sobre Beethoven y estoy en completo acuerdo con ellos. Y, si Dios nos habla por la música, entonces los sentimientos que ésta nos provoca no son sentimientos (estados de ánimo, en su más literal significado) que remitan a lo mundano, sino a lo divino.
¿Hay amor en la música? Existe el Amor. ¿Hay terror en la música? Existe el Terror. Acaso Gaarder tenía razón: el infierno se revela en las notas de Beethoven... pero también el paraíso. (Sonata Op. 27).
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lunes, 26 de marzo de 2007
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