Tengo una tesis. El mundo ha perdido su capacidad de finura y gusto estético, en gran medida, porque las celebraciones eucarísticas se han desacralizado hasta lo ridículo (pienso en una misa con gran coro de escuela y pandero o en las campanitas kitch de algunas ocasiones).
Es necesario rescatar la buena música en misa.
J.S. Bach - CD1 - Mass in B Minor by American Bach Soloists
domingo, 6 de septiembre de 2009
martes, 7 de julio de 2009
Caritas IN Veritate
He tenido muy abandonado este blog. Hoy recibí la nueva encíclica de Benedicto XVI y la considero una obra maestra de la literatura teológica católica.
Nada más el parágrafointroductorio es una belleza:
La caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad. El amor —«caritas»— es una fuerza extraordinaria, que mueve a las personas a comprometerse con valentía y generosidad en el campo de la justicia y de la paz. Es una fuerza que tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. Cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,22). Por tanto, defender la verdad, proponerla con humildad y convicción y testimoniarla en la vida son formas exigentes e insustituibles de caridad. Ésta «goza con la verdad» (1 Co 13,6). Todos los hombres perciben el impulso interior de amar de manera auténtica; amor y verdad nunca los abandonan completamente, porque son la vocación que Dios ha puesto en el corazón y en la mente de cada ser humano. Jesucristo purifica y libera de nuestras limitaciones humanas la búsqueda del amor y la verdad, y nos desvela plenamente la iniciativa de amor y el proyecto de vida verdadera que Dios ha preparado para nosotros. En Cristo, la caridad en la verdad se convierte en el Rostro de su Persona, en una vocación a amar a nuestros hermanos en la verdad de su proyecto. En efecto, Él mismo es la Verdad (cf. Jn 14,6).
El subrayado es mío. La idea de que el Amor se dé en la Verdad es algo que me llamó mucho la atención desde el título.
Desarrollaré más la idea en posts subsecuentes
lunes, 1 de junio de 2009
Veritatis Splendor...
Alguien ciego por mil años abre los ojos para ver el mundo. Ha olvidado ya las sombras y las imitaciones y no sabe qué esperar. Se decepciona: no ve absolutamente nada. El mundo que esperaba ver es absolutamente blanco y brillante. No hay nada qué ver, salvo ese halo níveo que le traspasa los ojos.
-Pero, hombre, ¿qué pasa? -escucha una voz que le pregunta.
-¿Cómo que qué pasa? Llevo mil años con los ojos cerrados y cuando los abro para ver no veo nada. Menuda estupidez es querer ver algo. Más me hubiera valido mantenerme ciego otros mil o dos mil años.
Y el hombre cerró los ojos de nuevo. Ciego podía seguir imaginando que era feliz. Al menos su obscuridad la conocía.
Si tan sólo hubiera dejado que el dolor mermara y que los ojos se acostumbraran a la luz, hubiera podido admirar el bosque donde estaba parado y al cordero con quien había dialogado...
sábado, 2 de mayo de 2009
Mientras más sudes aquí, lo menos sangrarás en la Batalla
AI cuerpo se le pide mucho más que el traer y llevar utensilios, o cosas por el estilo. Se le exige un total compromiso en el día a día de la vida. Se le exige que se haga «capaz de resucitar», que se oriente hacia la resurrección, hacia el Reino de Dios, tarea que se resume en la fórmula: «hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo». Donde se IIeva a cabo la voluntad de Dios, allí está el cielo, la tierra se convierte en cielo. Adentrarse en la acción de Dios para cooperar con Él: esto es lo que se inicia con la liturgia, para después desarrollarlo más allá de ella. La Encarnación ha de conducirnos, siempre, a la resurrección, al señorío del amor, que es el Reino de Dios, pero pasando por la cruz (la transformación de nuestra voluntad en comunión de voluntad con Dios). El cuerpo tiene que ser entrenado», por así decirlo, de cara a la resurrección. Recordemos, a este propósito, que el término «ascesis», hoy pasado de moda, se traduce en inglés sencillamente como «training»: entrenamiento.
Hoy día nos entrenamos con empeño, perseverancia y mucho sacrificio para fines variados: ¿por qué, entonces, no entrenarse para Dios y para su Reino? (...) Digámoslo con otros términos: se trata de un ejercicio encaminado a acoger al otro en su alteridad, de un entrenamiento para el amor. Un entrenamiento para acoger al totalmente Otro, a Dios, y dejarse moldear y utilizar por Él. (Ratzinger, J.; El espíritu de la Liturgia. Una introducción., p. 200)
domingo, 8 de marzo de 2009
Cuaresma
It's not a hill it's a mountain
As you start out the climb
Do you believe me or are you doubtin?
We're gonna make it all the way to the light
-U2
Pueden seguir la canción de U2 escuchándola con el reproductor:
Where I came from there were no hills at all
The land was flat, the highways straight and wide
My brother and I would drive for hours
Like years instead of days
Our faces as pale as the dirty snow
Once I knew there was a love divine
Then came a time I thought it knew me not
Who can forgive forgiveness where forgiveness is not
Only the lamb as white as snow
And the water, it was icy
As it washed over me
And the moon shone above me
Now this dry ground it bears no fruit at all
Only poppies laugh under the crescent moon
The road refuses strangers
The land the seeds we sow
Where might we find the lamb as white as snow
As boys we would go hunting in the woods
To sleep the night shooting out the stars
Now the wolves are every passing stranger
Every face we cannot know
If only a heart could be as white as snow
If only a heart could be as white as snow
miércoles, 25 de febrero de 2009
Una nota sobre el matrimonio
El matrimonio es sacramento. Es, por tanto, signo sensible de Dios en el mundo. Entonces, ¿la misa o la ceremonia son signo de Dios en el mundo? No. Al menos no en el sentido que me interesa aquí. El matrimonio no es la celebración, sino la vida en unión conyugal. De este modo, el sacramento no es la boda, sino el resto de la vida que se detona a partir de la celebración sacramental. La vida de los casados es el sacramento. Por eso ellos en su vida son el signo de sensible de Dios en el mundo.
Los casados tienen la obligación esencial de que su vida en pareja manifieste la naturaleza divina según el orden de la unidad y el amor.
El sacramento del matrimonio es, por tanto, un sacramento que se celebra cada día en cada instante.
viernes, 13 de febrero de 2009
Drama Teologal (opúsculo)
En el principio era el Verbo. Y el Verbo era cabe Dios. Y el Verbo era Dios. En el principio no había nada ni caos, sino Dios solo, trino en-sí-mismo. Y entonces creó el Mundo.
Primero, si los tiempos eran cronológicos entonces, creó el mundo espiritual, según imagino. Creó Dios a los ángeles todos. Personales, únicos e insustituibles en sí mismos, racionales, espirituales. Los creó a cada uno como especies autoagotadas y organizables. Les dio luz y sabiduría. Eran entonces Dios y el mundo de los ángeles un todo perfecto y ordenado. No faltaba el sentido y la comprensión de todo era perfecta.
Después creó Dios la tierra. La primera partícula de tierra, de materia. Un acto incomprensible para los ángeles: una primera prueba de Fe. El mundo de pronto se vio afectado por una partícula ilógica, inerte, cerrada, corruptuble. Puedo imaginar a los ángeles confundidos por la creación de un algo tan absurdo tras un mundo tan perfecto. De esta materia Dios creó más mundo. Creó el Universo y sus elementos: estrellas, galaxias, planetas. Dios creó más y más materia y llenó al Universo de partículas cerradas sobre sí mismas, sin sentido ni lógica existencial.
De la materia del universo Dios creó una nueva forma de vida: lo que nosotros llamamos "vida". Nada tenía de nuevo sentido para los ángeles. No sólo Dios había creado seres corpóreos idiotas, sino que además ahora a ciertos cuerpos materiales les otorgaba vida. Vida simple, cerrada en sí misma, ilógica, absurda. Vida que no era inteligente, vida que no tenía sentido a los ojos de los ángeles quienes recordaban el universo perfecto que habían conocido después de la Creación. Bacterias y hongos, peces, reptiles, dinosaurios, mamíferos. Vida doblegada por la contingencia de la materia, vida bruta.
Entonces Dios tomó su materia, su arcilla, y moldeó al hombre. Un ser material con espíritu. Una vida material con inteligencia. Los ángeles se han de haber sorprendido. El universo dejó de ser perfecto para ser pleno. Dios había creado un puente entre la vida y lo inerte, entre lo bruto y lo sabio. Había otorgado el más alto rango a una criatura salida de la tierra. Seguro los ángeles se impresionaron. No me cuesta trabajo imaginar rebeliones y batallas entre ángeles que no comprendieron la profundidad de la creación de Dios. El universo dejó de ser universo para convertirse en Cosmos. La materia cobró sentido cuando el hombre apareció desde ella. El mundo tuvo por fin un ser que le dio sentido de plenitud existencial desde su propia naturaleza.
Dios vio entonces que estaba bien cuanto había hecho y descansó.
Pero los ángeles rebeldes introdujeron el pecado en el hombre. El hombre se tropezó con la trampa de los rebeldes y abrió una herida en su propio ser puente entre lo mortal y lo inmortal. Se atravezó la esencia con el pecado y se arrojó a un acantilado en el que se perdió.
El mundo se mostró entonces rajado. El hombre, tránsido de nada, descubrió la finitud de su ser y del mundo como algo insuperable. El hombre se hizo nada a sí mismo, abriéndo un abismo en su propia naturaleza. Nada le quedó al mundo y el cosmos se enfrentó con el caos. El mundo quedó tránsido de nada. La fuerza del puente que construyó Dios se desvaneció y el hombre quedó sin fuerzas para poderse mantener unido y uniendo al universo en el cual y fue creado.
Dios entonces decidió bajar. Se hizo hombre, se hizo pecado, para reconstruir el cosmos perdido. Se hizo hombre por una mujer y por desde una mujer se unió a la humanidad entera. En ella se hizo hombre. El hombre, tránsido de nada, sumergido en el abismo, no tuvo fuerzas para salvarse a sí mismo. Dios bajó al abismo para salvar al hombre que se encontraba en él. Bajó para tenderle la mano a la humanidad y reestablecer el puente que le daba sentido al cosmos.
Después Dios hizo muchas otras cosas, como hacerse materia inerte para quedarse entre nosotros. Hoy el hombre que estudia el universo herido lo encuentra finito, tránsido de nada. Y tiene razón. La nada asecha desde el interior del mundo lastimado. Pero en esa nada hay un brazo que se extiende poderoso para salvar al hombre que se abrace a él. El hombre herido por su propia mano y sin fuerzas tiene la ayuda que le hace falta para elevarse nuevamente al puesto que originariamente le correspondía: el de hombre, el de conciencia en el mundo... el de puente que da unidad a un cosmos que alaba a Dios.
Primero, si los tiempos eran cronológicos entonces, creó el mundo espiritual, según imagino. Creó Dios a los ángeles todos. Personales, únicos e insustituibles en sí mismos, racionales, espirituales. Los creó a cada uno como especies autoagotadas y organizables. Les dio luz y sabiduría. Eran entonces Dios y el mundo de los ángeles un todo perfecto y ordenado. No faltaba el sentido y la comprensión de todo era perfecta.
Después creó Dios la tierra. La primera partícula de tierra, de materia. Un acto incomprensible para los ángeles: una primera prueba de Fe. El mundo de pronto se vio afectado por una partícula ilógica, inerte, cerrada, corruptuble. Puedo imaginar a los ángeles confundidos por la creación de un algo tan absurdo tras un mundo tan perfecto. De esta materia Dios creó más mundo. Creó el Universo y sus elementos: estrellas, galaxias, planetas. Dios creó más y más materia y llenó al Universo de partículas cerradas sobre sí mismas, sin sentido ni lógica existencial.
De la materia del universo Dios creó una nueva forma de vida: lo que nosotros llamamos "vida". Nada tenía de nuevo sentido para los ángeles. No sólo Dios había creado seres corpóreos idiotas, sino que además ahora a ciertos cuerpos materiales les otorgaba vida. Vida simple, cerrada en sí misma, ilógica, absurda. Vida que no era inteligente, vida que no tenía sentido a los ojos de los ángeles quienes recordaban el universo perfecto que habían conocido después de la Creación. Bacterias y hongos, peces, reptiles, dinosaurios, mamíferos. Vida doblegada por la contingencia de la materia, vida bruta.
Entonces Dios tomó su materia, su arcilla, y moldeó al hombre. Un ser material con espíritu. Una vida material con inteligencia. Los ángeles se han de haber sorprendido. El universo dejó de ser perfecto para ser pleno. Dios había creado un puente entre la vida y lo inerte, entre lo bruto y lo sabio. Había otorgado el más alto rango a una criatura salida de la tierra. Seguro los ángeles se impresionaron. No me cuesta trabajo imaginar rebeliones y batallas entre ángeles que no comprendieron la profundidad de la creación de Dios. El universo dejó de ser universo para convertirse en Cosmos. La materia cobró sentido cuando el hombre apareció desde ella. El mundo tuvo por fin un ser que le dio sentido de plenitud existencial desde su propia naturaleza.
Dios vio entonces que estaba bien cuanto había hecho y descansó.
Pero los ángeles rebeldes introdujeron el pecado en el hombre. El hombre se tropezó con la trampa de los rebeldes y abrió una herida en su propio ser puente entre lo mortal y lo inmortal. Se atravezó la esencia con el pecado y se arrojó a un acantilado en el que se perdió.
El mundo se mostró entonces rajado. El hombre, tránsido de nada, descubrió la finitud de su ser y del mundo como algo insuperable. El hombre se hizo nada a sí mismo, abriéndo un abismo en su propia naturaleza. Nada le quedó al mundo y el cosmos se enfrentó con el caos. El mundo quedó tránsido de nada. La fuerza del puente que construyó Dios se desvaneció y el hombre quedó sin fuerzas para poderse mantener unido y uniendo al universo en el cual y fue creado.
Dios entonces decidió bajar. Se hizo hombre, se hizo pecado, para reconstruir el cosmos perdido. Se hizo hombre por una mujer y por desde una mujer se unió a la humanidad entera. En ella se hizo hombre. El hombre, tránsido de nada, sumergido en el abismo, no tuvo fuerzas para salvarse a sí mismo. Dios bajó al abismo para salvar al hombre que se encontraba en él. Bajó para tenderle la mano a la humanidad y reestablecer el puente que le daba sentido al cosmos.
Después Dios hizo muchas otras cosas, como hacerse materia inerte para quedarse entre nosotros. Hoy el hombre que estudia el universo herido lo encuentra finito, tránsido de nada. Y tiene razón. La nada asecha desde el interior del mundo lastimado. Pero en esa nada hay un brazo que se extiende poderoso para salvar al hombre que se abrace a él. El hombre herido por su propia mano y sin fuerzas tiene la ayuda que le hace falta para elevarse nuevamente al puesto que originariamente le correspondía: el de hombre, el de conciencia en el mundo... el de puente que da unidad a un cosmos que alaba a Dios.
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